sábado, 3 de septiembre de 2011

Una carta pastoral

del Reverendísimo Julio E. Murray T.

Obispo de la Iglesia Episcopal de Panamá

Esta carta ha de ser leída en voz alta durante las misas del domingo, 4 de Septiembre de 2011, en todas las congregaciones de la Diócesis de Panamá.

 A todos los fieles en Cristo que se congregan en las comunidades de Fe de la Iglesia Episcopal de Panamá, junto con los y las Sacerdotes y Líderes Laicos Pastorales: Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les conceda gracia y paz.

 Me dirijo a ustedes en esta ocasión para exhortarles en la tarea del Ministerio.  Desde la celebración de los talleres tan dinámicos de la 91ava Convención Diocesana, preparados por la Comisión de Educación Cristiana de nuestra Iglesia, salimos con el ánimo de ser “Cristianos de hecho y no solo de palabras”. Este ánimo se convirtió en una meta muy especial para la Comisión y desde algún tiempo han estado trabajando muy duro para lograr su acometido. Ya que este trabajo nos involucra a todos les pido que separemos este tiempo para compartir algunos aspectos importantes sobre los Ministerios.

 En el Bosquejo de la Fe, mejor conocido como el Catecismo se describe la Misión de la Iglesia como restaurar a todos los pueblos a la unión con Dios y unos con otros con Cristo.  Que la Iglesia lleva a cabo su misión mediante el ministerio de todos sus miembros, y al orar y rendir culto, al proclamar el Evangelio, y al promover la justicia, la paz y el amor. (LOC, página 747)  Y siguiendo el mandato de Jesús de hacer discípulos, bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a obedecer todo lo que él ha mandado, es que llegamos a identificar nuestra misión en particular: Hacer Discípulos.  Apropiarse de esta tarea puede representar un desafío muy grande, pero la verdad es que toda tarea grande la podamos realizar con la ayuda del Señor que ha prometido estar con nosotros hasta el fin de los tiempos. (Mateo 28:20)

En cada una de nuestras congregaciones existen personas o discípulos que tienen un ministerio, o sea una forma principal en que Dios opera a través de ellos o ellas para llevar a cabo la misión de la Iglesia.  Ministerio significa fe en acción y caracteriza a todas las personas bautizadas.  Como cuerpo que es la Iglesia, cada congregación debe comprometerse en buscar la manera de nutrir la vida de todos los fieles bautizados para así llevar su misión al mundo.

 Ser llamados a un Ministerio no se refiere solamente a los que han sido identificados para recibir educación bíblica, teológica y pastoral o enviados al Seminario y luego ordenados al Sacerdocio; o que han hecho cursos especializados que algunos los identifican como profesionales de la religión.  Ser llamados a un Ministerio es reconocer los dones y talentos que hemos recibido por el poder del Espíritu Santo y como se utilizan esos dones para que otros lleguen a conocer y proclamar que Jesús es el Señor de sus vidas.

 Hay ministerios que nos llevan a compartir los dones al interior de la congregación.  Ya sea que tienes una bella voz para el canto en el Coro de la Iglesia, o te gusta atender a las personas y brindarles hospitalidad como ujier o tienes deseo y disciplina para ser servidor en el Altar como Acólito(a), o dedicación para trabajar en la Cofradía del Altar, o el amor a la educación de niños o formación cristiana de adultos como maestro(a) de Escuela dominical, todos estos ejemplos están presentes en la vida de la Iglesia.  En algunos lugares se acostumbra a identificar personas que acaban de realizar el Sacramento de la Confirmación para invitarles a estos diferentes ministerios.  Al paso de los años cuando se observa su madurez en la fe se les invita a ser ministros eucarísticos, o lectores laicos, o para visitar enfermos.  Y aún mas especializados cuando se les identifica en las Reuniones Anuales de la congregación para los cargos en la Junta Parroquial o la Junta Misionera.

 Hay ministerios que nos llevan al encuentro del necesitado en nuestras comunidades.  Estos Ministerio responden a la pregunta de Jesús: ¿Cuándo me viste cansado, con frío, con hambre, desnudo o en la cárcel? (Mateo 25) Estos ministerios son oportunidades para servir al prójimo.  Desde nuestro bautismo somos llamados los siervos de un Señor que sirve. Para este ministerio no se usan cuellos clericales ni la gente se refiere a las personas por algún título. Pero lo único que se tiene para predicar es el testimonio de su vida. Y al único que se predica es el Cristo crucificado y resucitado.  Dios toma lo que somos y como somos y donde estamos y nos usa en el servicio al necesitado y para nuestra propia transformación. 

 El señor nos llama a ser colaboradores en la construcción de su Reino.  Y el Reino esta esperando que tú puedas identificar el poder que se te ha dado por medio de tu bautismo para ofrecerlo como un ministerio en las manos de Dios.  Es a través de nuestros ministerios que la gracia de Dios llega a un mundo confuso y cansado.  Es através de nuestros ministerios que la Buena Noticia del Evangelio llega a transformar las situaciones de muerte en situaciones de Vida, FE y Esperanza.

 El Ministerio es de todos los bautizados.  Dios te ha dado tiempo, talento y tesoros y habilidades para trabajar desde tu casa o en tus ocupaciones y en tu comunidad.  En una sociedad que privilegia lo individual y la competencia desleal, donde la inseguridad y los antivalores de la injusticia nos acompañan a diario, es allí donde nos llama a ser los agentes de la constante transformación que tanto necesita nuestra sociedad.  Tú lo puedes hacer porque tú eres luz y eres sal y eres levadura.  Dios está contigo y con  nosotros hasta el fin de los tiempos y esta promesa nadie la puede cambiar.  En este mes de Septiembre identifiquemos y celebremos nuestros ministerios y no tengamos temor de identificar nuevos ministerios que Dios pueda usar para sus propósitos.

 +En el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo. Amen.